A continuación se debe tratar de los móviles exteriores de nuestros actos. El que nos inclina al mal es el diablo, de cuya tentación ya se ha hablado en la primera parte. El móvil exterior que nos mueve al bien es Dios, que no sólo nos instruye mediante la ley sino que también nos ayuda mediante la gracia. Por eso se ha de tratar en primer lugar de la ley, y luego de la gracia. Acerca de la ley conviene estudiar, en primer lugar, la ley en general, y luego en sus partes. En lo que se refiere a la ley en general, tres son los aspectos que se han de considerar: primero, su propia esencia; luego, sus clases y en tercer lugar, sus efectos.

Sobre el primero (la esencia) hay que indagar cuatro puntos: