¿Consisten los efectos de la ley en mandar, prohibir,
permitir y castigar?
Objeciones por las que no parece acertado decir que
los actos de la ley son «mandar, prohibir, permitir y
castigar».
1. Según el Jurisconsulto, toda ley es un precepto
general. Pero mandar es lo mismo que preceptuar. Luego
sobran los otros tres actos.
2. Como ya dijimos, la ley tiene como efecto inducir a
los súbditos al bien. Mas el consejo induce a un bien
mayor que el mandato. Luego es más propio de la ley
aconsejar que mandar.
3. Así como el hombre es inducido al bien por el
castigo, también lo es por el premio. Por tanto, lo mismo
que entre los efectos de la ley se pone el de castigar,
también se debe contar el de premiar.
4. La intención del legislador, según dijimos, es la
de hacer buenos a los hombres. Mas el que obedece las
leyes sólo únicamente por temor al castigo no es bueno,
pues dice San Agustín que por temor servil, que es el
miedo al castigo, aunque se haga algo bueno, nada se hace
bien. Luego no parece que sea propio de la ley
castigar.
Contra esto: Está lo que San Isidoro dice en V
Etymol.: Toda ley, o permite algo, por ejemplo, que
el varón valeroso reclame una recompensa; o prohíbe algo,
por ejemplo, pedir en matrimonio a una virgen consagrada;
o castiga, por ejemplo, condenando a muerte al asesino.
Solución: Así como la enunciación es un dictamen de la
razón en forma enunciativa, así la ley lo es en forma
preceptiva. Por otra parte es propio de la razón
conducirnos a una cosa a partir de otra. Y así, como en
las ciencias demostrativas la razón nos induce a aceptar
una conclusión en virtud de los principios, así también
nos induce a admitir los preceptos de la ley en virtud de
algo.
Ahora bien, los preceptos de la ley versan sobre los actos
humanos, de los cuales la ley es guía, según ya vimos.
Pero hay tres categorías de actos humanos. Los hay, como
vimos anteriormente, buenos por naturaleza, como los actos
de las virtudes, respecto de los cuales se asigna a la ley
el acto de prescribir o mandar, pues la ley manda
cumplir todos los actos de las virtudes, según se dice
en V Ethic. Hay otros actos malos por naturaleza,
como los actos de los viciosos, respecto de los cuales
corresponde a la ley prohibir. Otros, en fin, son
indiferentes por naturaleza, y respecto de ellos toca a la
ley permitir. Y pueden llamarse también indiferentes todos
aquellos actos que no son ni muy buenos ni muy malos.
Finalmente, aquello por lo que la ley induce a que se la
obedezca, es el temor al castigo y, en cuanto a esto, da
lugar al efecto de la ley consistente en castigar.
Respuesta a las objeciones:
1. Dejar de hacer el mal es, en cierta manera, un bien.
Por eso la prohibición tiene cierto carácter de precepto.
Y de ahí que, tomando el término precepto en sentido
amplio, toda ley pueda llamarse precepto.
2. El aconsejar no es un acto propio de la ley, sino
que puede corresponder también a una persona particular, a
la que no compete dictar leyes. El Apóstol, al dar un
consejo en 1 Cor 7, añade: Y esto lo digo yo, no el
Señor. Por eso el consejo no se cuenta entre los
efectos de la ley.
3. También premiar puede hacerlo cualquiera, mientras
que castigar no pertenece sino al ministro de la ley, con
cuya autoridad se impone la pena. De aquí que el premiar
no figure entre los actos de la ley, sino sólo el
castigar.
4. Cuando uno se va acostumbrando a evitar las malas
acciones y a practicar las buenas por temor al castigo,
acaba a veces haciéndolo con gusto y voluntariamente, Y de
este modo, también castigando coopera la ley a que los
hombres sean buenos. |