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Sobre la ley

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STO. TOMÁS DE AQUINO

 

SOBRE LA LEY

 

SUMMA THEOLOGIAE

PRIMERA PARTE DE LA SEGUNDA PARTE (I-II)

(Trad. Luis Inclán)

CUESTIÓN 98

La antigua ley

ARTÍCULO 1

 

¿Fue buena la ley antigua?

 

Objeciones por las que parece que no fue buena la ley antigua.

 

1. En Ezequiel 20 se dice: Yo les he dado preceptos no buenos, decretos en los que no tendrán vida. Ahora bien, una ley no se llama buena sino por la bondad de los preceptos que contiene; luego la ley antigua no fue buena.

 

2. Además, según San Isidoro, es propio de la ley fomentar el bien común; pero la ley vieja no fue saludable, sino la mortífera y el dañina, como dice el Apóstol, en Rom 7: Sin la ley, el pecado estaba muerto. Y yo viví algún tiempo sin ley, pero, habiendo llegado el precepto, revivió el pecado y yo quedé muerto. Y en Rom 5: Se introdujo la ley para que abundara el pecado. Por tanto la ley antigua no fue buena.

 

3. También es propiedad de la ley el que sea posible su observancia, tanto si se atiende a su naturaleza como a las costumbres de aquellos a quienes se impone. Mas no fue ésta la condición de la ley vieja, según lo que dice San Pedro en Act 15: Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios queriendo imponer sobre el cuello de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros fuimos capaces de soportar? No parece, pues, que la ley vieja haya sido buena.

 

Contra esto: Está lo que dice el Apóstol en Rom 7: Así pues, la ley es santa, y el precepto santo, y justo, y bueno.

 

Solución: Sin duda alguna la ley antigua fue buena. De la misma manera que una doctrina se muestra como verdadera por cuanto concuerda con la recta razón, así una ley se prueba que es buena por estar conforme con la razón. Ahora bien, la ley antigua estaba conforme con la razón, porque reprimía la concupiscencia, que contraría a la razón, como se declara en aquel precepto de Ex 20 que dice: No codiciarás los bienes de tu prójimo. De esta manera prohibía la ley todos los pecados que contradicen la razón; de donde se pone de manifiesto que la ley era buena. Ésta es la razón alegada por el Apóstol en Rom 7: Me deleito, dice, en la ley de Dios según el hombre interior. Y antes: Reconozco que la ley es buena.

Mas conviene notar que el bien tiene diversos grados, según dice Dionisio en De div. nom., IV: Hay un bien perfecto y un bien imperfecto. La bondad perfecta se halla en las cosas que, estando ordenadas a un fin, son suficientes para alcanzarlo. La bondad imperfecta es aquella que contribuye a la consecución del fin, pero sin ser suficiente para lograrlo. Así, la medicina es perfecta en cuanto sana al hombre; imperfecta, si no puede sanarlo pero ayuda para que el hombre la alcance. Ahora bien, es preciso saber que uno es el fin de la ley humana, y otro el de la divina. Es el fin de la ley humana la tranquilidad del Estado temporal. Esto lo alcanza cohibiendo los actos exteriores en lo referente a los males que pueden alterar la paz del Estado. Pero el fin de la ley divina consiste en conducir a los hombres al fin de la eterna felicidad, lo que es impedido por cualquier pecado y acto, sea exterior, sea interior. Por esto, lo que basta para la perfección de la ley humana, a saber, que prohíba los pecados y señale su castigo, no es suficiente para la perfección de la ley divina. De ésta se exige que haga al hombre totalmente capaz de alcanzar la felicidad eterna, la cual no puede lograrse a no ser por la gracia del Espíritu Santo, mediante la cual se derrama la caridad en nuestros corazones. En esta caridad consiste el cumplimiento de la ley. Así se lee en Rom 6: Gracia de Dios es la vida eterna. Esta gracia no la podía proporcionar la ley antigua, pues estaba reservada a Cristo, según se dice en Jn 1: Porque la ley fue dada por Moisés; la gracia y la verdad vino por Jesucristo. De donde se sigue que la ley antigua es buena pero imperfecta, según aquello de Heb 7: La ley no condujo nada a la perfección.

 

Respuesta a las objeciones:

 

1. El Señor habla allí de los preceptos ceremoniales, los cuales se califican de no buenos porque no conferían la gracia, mediante la cual serían los hombres limpios del pecado; antes por ellos se pone de manifiesto el pecado de los hombres. Por esto se habla explícitamente de los decretos en los cuales no tendrán la vida, pues por ellos no pueden alcanzar la vida de la gracia. Y añade luego: Y los contaminé en sus ofrendas, es decir, los mostré contaminados cuando ofrecían todo primogénito en expiación de sus pecados.

 

2. De la ley se dice que mata, no como causa eficiente, sino como causa ocasional, por su imperfección, por cuanto no confería la gracia, con la cual podrían los hombres cumplir lo que mandaba o evitar lo que prohibía. Y esta ocasión no era otorgada por la ley, sino tomada por los hombres; por donde dice en el mismo lugar el Apóstol: Pues el pecado, con ocasión del mandato, me sedujo y por él me mató. Por esta razón añade que se introdujo la ley para que abundase el pecado; donde la conjunción ut tiene un sentido consecutivo, no causal. Los hombres, tomando ocasión de la ley, pecaron más, y los pecados eran más graves después de la prohibición de la ley. Entonces, la concupiscencia creció, pues solemos codiciar más lo que nos está prohibido.

 

3. El yugo de la ley no podía ser llevado sin la ayuda de la gracia, que la ley no daba. Pues se dice en Rom 9: No es del que quiere ni del que corre (esto es, querer y correr según los preceptos de Dios), sino de Dios, que tiene misericordia. Por esto se lee en el Salmo 118: Corrí por el camino de tus mandamientos cuando ensanchaste mi corazón, a saber, por el don de la gracia y de la caridad.

 

 
     

SOBRE LA LEY

SOBRE LA LEY EN GENERAL

I-II, q. 90, La esencia de la ley

I-II, q. 91, Las distintas clases de leyes

I-II, q. 92, Los efectos de la ley

SULLE PARTI DELLA LEGGE

Ley eterna

I-II, q. 93, La ley eterna

Ley natural

I-II, q. 94, La ley natural

Ley humana

I-II, q. 95, La ley humana

I-II, q. 96, El poder de la ley humana

I-II, q. 97, Sobre la mutabilidad de las leyes

La antigua ley

I-II, q. 98, La antigua ley

I-II, q. 99, Los preceptos de la ley antigua

I-II, q. 100, Los preceptos morales de la ley antigua

I-II, q. 101, Los preceptos ceremoniales en sí mismos

I-II, q. 102, Razón de los preceptos ceremoniales

I-II, q. 103, Duración de los preceptos ceremoniales

I-II, q. 104, Los preceptos judiciales

I-II, q. 105, Naturaleza de los preceptos judiciales

La nueva ley

I-II, q. 106, Sobre la ley del Evangelio, llamada ley nueva, en sí misma considerada

I-II, q. 107, Comparación entre la ley antigua y la nueva

I-II, q. 108, El contenido de la ley nueva