¿Procede de Dios la ley antigua?
Objeciones por las que parece que la ley antigua no
viene de Dios.
1. Se dice en Dt 32: Las obras de Dios son
perfectas. Pero la ley antigua es imperfecta, según se
dijo; luego la ley antigua no tiene origen divino.
2. Además, se dice en Eclo 3: Aprendí que todo
cuanto Dios hizo, persevera por siempre; mas la ley
antigua no es así, pues de ella dice el Apóstol en Heb 7:
Es reprobado el precedente mandato a causa de su flaqueza
e inutilidad. Luego la ley antigua no procede de Dios.
3. El legislador sabio no sólo debe impedir los males,
sino también las ocasiones de ellos; pero la ley antigua
fue ocasión de pecado, según se ha dicho; luego una ley
tal no puede atribuirse a Dios, de quien se dice en Job 36
que a El nadie se le asemeja entre los legisladores.
4. Finalmente, se dice en 1 Tim 2 que Dios quiere
que todos los hombres se salven. Pero la ley antigua
no era suficiente para la salvación de los hombres, según
se dijo antes; luego no pertenecía a Dios dar esta ley. En
suma, que la ley antigua no viene de Dios.
Contra esto: Está lo que dice el Señor en Mt 15,
hablando a los judíos, a quienes se había dado la ley:
Habéis anulado los mandatos de Dios por amor de vuestras
tradiciones. Y poco antes había dicho: Honra a tu
padre y a tu madre, lo cual está contenido
manifiestamente en la ley antigua. Luego esta ley viene de
Dios.
Solución: La ley antigua fue dada por el Dios bueno,
Padre de nuestro Señor Jesucristo. La ley antigua, en
efecto, llevaba a los hombres a Cristo de dos maneras: la
primera, dando testimonio de Él; por lo que dice Él mismo
en Lc 24: Es preciso que se cumpla cuanto está escrito
de mí en la Ley, en los Salmos y en los Profetas. Y en
Jn 5: Si creyerais en Moisés, tal creeríais en mí, pues
de mí ha escrito él. Lo segundo, la ley disponía a los
hombres, apartándolos del culto idolátrico y reteniéndolos
en el culto del único Dios, que había de salvar al género
humano por medio de Cristo. Y así dice el Apóstol en Gál
3: Antes de que viniera la fe, estábamos guardados bajo
la ley, retenidos para aquella fe que se había de revelar.
Ahora bien, es evidente que disponer para un fin y
conducir a ese fin corresponde al mismo, que lo puede
ejecutar por sí o por sus mandatarios. El diablo no daría
una ley que llevase a los hombres a Cristo, por quien
había de ser expulsado, según lo que se lee en Mt 12:
Si Satanás arroja a Satanás, su reino está dividido.
Por tanto, la ley antigua fue dada por el mismo Dios que
salva a los hombres por la gracia de Cristo.
Respuesta a las objeciones:
1. Nada impide que una cosa, sin ser absolutamente
perfecta, lo sea por un tiempo determinado, como se dice
que un niño es perfecto no en absoluto, sino según su edad.
De la misma manera, los preceptos que se imponen a los
niños son, sin duda, perfectos de acuerdo con la edad de
aquellos a quienes se dan, aunque no lo sean absolutamente.
Así son los preceptos de la ley. Por eso dice el Apóstol
en Gál 3: La ley fue nuestro ayo en el camino de
Cristo.
2. Perseveran por siempre las obras divinas que para
esto fueron hechas, y éstas son las perfectas. Pero la ley
antigua fue reprobada en la edad de la gracia perfecta, no
como mala, sino como flaca e inútil para este tiempo; pues,
como se dice también, la ley nada llevó a la perfección.
Por esto añade el Apóstol en Gál 3: Cuando vino la fe,
ya no estábamos bajo el ayo.
3. Como queda dicho, a veces Dios permite que algunos
caigan en pecado para que con esto se humillen; y así
quiso dar a los hombres una ley tal que no la pudieran
cumplir con sus fuerzas, a fin de que en su presunción se
consideraran pecadores y, humillados, recurriesen a la
ayuda de la gracia.
4. Aunque
la ley antigua no bastase para salvar al hombre, tenía
éste otra ayuda de Dios, a la vez que la ley, por la cual
podía salvarse, a saber, la fe en el Mediador, por la que
alcanzaban la justicia los patriarcas, igual que nosotros.
De esta suerte, Dios no desamparaba a los hombres y les
daba los auxilios necesarios para la salvación. |