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Sobre la ley

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STO. TOMÁS DE AQUINO

 

SOBRE LA LEY

 

SUMMA THEOLOGIAE

PRIMERA PARTE DE LA SEGUNDA PARTE (I-II)

(Trad. Luis Inclán)

CUESTIÓN 98

La antigua ley

ARTÍCULO 6

 

¿Fue conveniente que la ley antigua se diera en tiempo de Moisés?

 

 

Objeciones por las que parece que la ley antigua no se dio convenientemente en tiempo de Moisés.

 

1. La antigua ley disponía para la salvación, que nos había de venir por Cristo, como queda dicho; pero, en cuanto el hombre pecó, tuvo necesidad de este remedio; luego la ley debió ser dada inmediatamente después del pecado.

 

2. La ley antigua fue dada para la santificación de aquellos de quienes Cristo había de nacer; pero Abrahán fue el primero que recibió la promesa de una descendencia, que es Cristo, como consta por Gen 12. Luego en debió darse la ley en la misma época de Abrahán.

 

3. Como Cristo no nació de los otros descendientes de Noé, sino de Abrahán, a quien fue hecha la promesa, tampoco nació de los otros hijos de Abrahán, sino de David, a quien fue renovada la promesa, según aquello de 2 Re 23: Dijo el varón constituido en ungido del Dios de Jacob. Luego la ley debió ser dada después de David, como se dio después de Abrahán.

 

Contra esto: Está lo que dice el Apóstol en Gal 3: La ley fue dada a causa de las transgresiones, promulgada por los ángeles por mano del mediador hasta que viniese la descendencia a quien la promesa había sido hecha. O sea, que fue ordenadamente dada, como dice la Glosa. Luego fue conveniente que la antigua ley se diese en aquel tiempo.

 

Solución: Muy convenientemente fue dada la ley en tiempo de Moisés. De dos capítulos podemos tomar la razón, a saber, de los dos géneros de personas a quienes una ley se impone. Pues se impone a unos, duros y soberbios, que por la ley han de ser reprimidos y domados, y a otros buenos, que, instruidos por la ley, son ayudados en el cumplimiento de lo que intentan. Pues bien, para reprimir la soberbia de los hombres fue conveniente que se diera la ley en el tiempo en que se dio. De dos cosas vivía ensoberbecido el hombre, de la ciencia y del poder. De la ciencia, como si la razón natural le bastase para alcanzar la salvación. Así, para que se convenciese de su orgullo, fue entregado el hombre al gobierno de su propia razón, sin la ayuda de la ley escrita. Por experiencia pudo así aprender la deficiencia de su razón, pues los hombres habían caído en la idolatría y en los más torpes vicios en la época de Abrahán. Para remedio de la humana ignorancia fue necesario que la ley se pusiese por escrito después de esta época, pues, como se dice en Rom 3, por la ley se nos da el conocimiento del pecado. Una vez que el hombre fue instruido por la ley, quedó su soberbia convicta de flaqueza, puesto que no podía cumplir lo que conocía. Y así concluye el Apóstol en Rom 8: Pues lo que a la ley era imposible, por ser débil a causa de la carne, envió Dios a su Hijo, para que la justificación de la ley se cumpliese en nosotros.

Por razón de los buenos fue dada la ley como ayuda, entonces más necesaria para el pueblo, cuando la ley natural comenzaba a oscurecerse por la sobreabundancia del pecado. Y este auxilio convenía que se diese con cierto orden, a fin de que fuesen conducidos a la perfección a través de las cosas imperfectas. Y así, entre la ley natural y la ley de gracia fue conveniente que se diese la ley antigua.

 

Respuesta a las objeciones:

 

1. No convenía que, inmediatamente después del pecado, se diese la ley antigua, porque el hombre, muy confiado en su razón, aún no se reconocía necesitado de ella; además, porque el dictamen de la ley natural no se había oscurecido todavía con la costumbre de pecar.

 

2. La ley debe darse a un pueblo, pues es un precepto común, como dijimos antes. Y si en la época de Abrahán fueron dados por Dios a los hombres algunos preceptos familiares, digamos domésticos, más tarde, multiplicada la posteridad de Abrahán hasta constituir un pueblo, y liberado de la servidumbre, pudo dársele convenientemente la ley, pues los siervos no son parte del pueblo o de la ciudad, a quien compete recibir la ley, según dice el Filósofo en III Polit.

 

3. Como la ley debía darse a un pueblo, no la recibieron únicamente aquellos de quienes Cristo había de nacer; sino todo el pueblo marcado con el sello de la circuncisión, que fue la señal de la promesa hecha a Abrahán y de él recibida con fe, como dice el Apóstol en Rom 4. Por esto, debió darse la ley antes de David al pueblo, ya organizado.

 

 
     

SOBRE LA LEY

SOBRE LA LEY EN GENERAL

I-II, q. 90, La esencia de la ley

I-II, q. 91, Las distintas clases de leyes

I-II, q. 92, Los efectos de la ley

SULLE PARTI DELLA LEGGE

Ley eterna

I-II, q. 93, La ley eterna

Ley natural

I-II, q. 94, La ley natural

Ley humana

I-II, q. 95, La ley humana

I-II, q. 96, El poder de la ley humana

I-II, q. 97, Sobre la mutabilidad de las leyes

La antigua ley

I-II, q. 98, La antigua ley

I-II, q. 99, Los preceptos de la ley antigua

I-II, q. 100, Los preceptos morales de la ley antigua

I-II, q. 101, Los preceptos ceremoniales en sí mismos

I-II, q. 102, Razón de los preceptos ceremoniales

I-II, q. 103, Duración de los preceptos ceremoniales

I-II, q. 104, Los preceptos judiciales

I-II, q. 105, Naturaleza de los preceptos judiciales

La nueva ley

I-II, q. 106, Sobre la ley del Evangelio, llamada ley nueva, en sí misma considerada

I-II, q. 107, Comparación entre la ley antigua y la nueva

I-II, q. 108, El contenido de la ley nueva