¿Fue conveniente que la ley antigua se diera en tiempo de
Moisés?
Objeciones por las que parece que la ley antigua no se
dio convenientemente en tiempo de Moisés.
1. La antigua ley disponía para la salvación, que
nos había de venir por Cristo, como queda dicho; pero, en
cuanto el hombre pecó, tuvo necesidad de este remedio;
luego la ley debió ser dada inmediatamente después del
pecado.
2. La ley antigua fue dada para la santificación de
aquellos de quienes Cristo había de nacer; pero Abrahán
fue el primero que recibió la promesa de una
descendencia, que es Cristo, como consta por Gen 12.
Luego en debió darse la ley en la misma época de Abrahán.
3. Como Cristo no nació de los otros descendientes
de Noé, sino de Abrahán, a quien fue hecha la promesa,
tampoco nació de los otros hijos de Abrahán, sino de
David, a quien fue renovada la promesa, según aquello de 2
Re 23: Dijo el varón constituido en ungido del Dios de
Jacob. Luego la ley debió ser dada después de David,
como se dio después de Abrahán.
Contra esto: Está lo que dice el Apóstol en Gal 3:
La ley fue dada a causa de las transgresiones, promulgada
por los ángeles por mano del mediador hasta que viniese la
descendencia a quien la promesa había sido hecha. O
sea, que fue ordenadamente dada, como dice la Glosa.
Luego fue conveniente que la antigua ley se diese en aquel
tiempo.
Solución: Muy convenientemente fue dada la ley en
tiempo de Moisés. De dos capítulos podemos tomar la razón,
a saber, de los dos géneros de personas a quienes una ley
se impone. Pues se impone a unos, duros y soberbios, que
por la ley han de ser reprimidos y domados, y a otros
buenos, que, instruidos por la ley, son ayudados en el
cumplimiento de lo que intentan. Pues bien, para reprimir
la soberbia de los hombres fue conveniente que se diera la
ley en el tiempo en que se dio. De dos cosas vivía
ensoberbecido el hombre, de la ciencia y del poder. De la
ciencia, como si la razón natural le bastase para alcanzar
la salvación. Así, para que se convenciese de su orgullo,
fue entregado el hombre al gobierno de su propia razón,
sin la ayuda de la ley escrita. Por experiencia pudo así
aprender la deficiencia de su razón, pues los hombres
habían caído en la idolatría y en los más torpes vicios en
la época de Abrahán. Para remedio de la humana ignorancia
fue necesario que la ley se pusiese por escrito después de
esta época, pues, como se dice en Rom 3, por la ley se
nos da el conocimiento del pecado. Una vez que el
hombre fue instruido por la ley, quedó su soberbia
convicta de flaqueza, puesto que no podía cumplir lo que
conocía. Y así concluye el Apóstol en Rom 8: Pues lo
que a la ley era imposible, por ser débil a causa de la
carne, envió Dios a su Hijo, para que la justificación de
la ley se cumpliese en nosotros.
Por razón de los buenos fue dada la ley como ayuda,
entonces más necesaria para el pueblo, cuando la ley
natural comenzaba a oscurecerse por la sobreabundancia del
pecado. Y este auxilio convenía que se diese con cierto
orden, a fin de que fuesen conducidos a la perfección a
través de las cosas imperfectas. Y así, entre la ley
natural y la ley de gracia fue conveniente que se diese la
ley antigua.
Respuesta a las objeciones:
1. No convenía que, inmediatamente después del
pecado, se diese la ley antigua, porque el hombre, muy
confiado en su razón, aún no se reconocía necesitado de
ella; además, porque el dictamen de la ley natural no se
había oscurecido todavía con la costumbre de pecar.
2. La ley debe darse a un pueblo, pues es un
precepto común, como dijimos antes. Y si en la época de
Abrahán fueron dados por Dios a los hombres algunos
preceptos familiares, digamos domésticos, más tarde,
multiplicada la posteridad de Abrahán hasta constituir un
pueblo, y liberado de la servidumbre, pudo dársele
convenientemente la ley, pues los siervos no son parte
del pueblo o de la ciudad, a quien compete recibir la ley,
según dice el Filósofo en III Polit.
3. Como la ley debía darse a un pueblo, no la
recibieron únicamente aquellos de quienes Cristo había de
nacer; sino todo el pueblo marcado con el sello de la
circuncisión, que fue la señal de la promesa hecha a
Abrahán y de él recibida con fe, como dice el Apóstol en
Rom 4. Por esto, debió darse la ley antes de David al
pueblo, ya organizado. |