¿Debía la ley antigua inducir a la observancia de sus
preceptos mediante promesas y amenazas temporales?
Objeciones por las que parece que la ley antigua no
debía inducir a su observancia mediante promesas y
amenazas temporales.
1. La intención de la ley divina es hacer que los
hombres se sometan a Dios por el temor y el amor, como se
dice en Dt 10: Ahora, pues, Israel, ¿qué es lo que te
pide el Señor, tu Dios, sino que temas al Señor, tu Dios,
que vayas por sus caminos, y le ames? Pero la codicia
de los bienes temporales aparta de Dios, pues dice San
Agustín en Octoginta trium quaest., que la
codicia es el veneno de la caridad. Luego parece ser
que las promesas y amenazas temporales son contrarias a la
intención del legislador, lo que hace reprobable la ley,
como dice el Filósofo en II Polit.
2. La ley divina supera en excelencia a la ley humana.
Ahora bien, vemos que en las ciencias, cuanto una ciencia
es más alta, tanto procede por métodos más altos. Pues,
como la ley humana utilizase promesas y amenazas
temporales para inducir a los hombres a su observancia, la
ley divina no debió emplear estos medios, sino algunos más
sublimes.
3. No puede ser premio de la justicia ni pena de la
culpa lo que igual ocurre a los buenos y a los malos.
Pero, según se dice en Eclo 9, todas las cosas suceden
ahora igualmente al justo y al impío, al bueno y al malo,
al puro y al impuro, al que sacrifica víctimas y al que no
ofrece sacrificios. Luego sin razón se ponen los
bienes y los males temporales como premios y castigos de
los preceptos de la ley divina.
Contra esto: Está lo que se dice en Is 1: Si
vosotros queréis y me escucháis, comeréis los bienes de la
tierra; si no queréis y me incitáis a la ira, seréis
devorados por la espada.
Solución: Como en las ciencias especulativas son
inducidos los hombres al asentimiento por medios
silogísticos, así en cualquier tipo de leyes son inducidos
a la observancia de los preceptos mediante penas y premios.
Ahora bien, vemos que en las ciencias especulativas se
proponen los medios a los oyentes según la condición de
los mismos. Pues como en las ciencias se debe proceder
ordenadamente, de modo que se empiece por las nociones más
conocidas. Así, conviene que, quien desea inducir a los
hombres a la observancia de los preceptos es preciso que
empiece por moverles mediante los objetos que ellos aman,
como se hace con los niños, a quienes se estimula a hacer
una cosa mediante chucherías. Ya dijimos antes que la ley
antigua preparaba para Cristo como lo imperfecto para lo
perfecto, y que se daba a un pueblo todavía imperfecto en
comparación a la perfección que había de venir por Cristo,
y así se compara aquel pueblo al niño que vive bajo su ayo,
como aparece en Gál 3. Consiste la perfección del hombre
en que, despreciadas las cosas temporales, se adhiera a
las espirituales, según lo que dice el Apóstol en Flp 3:
Olvidando lo que queda atrás, persigo lo que tengo delante.
Y cuantos hemos llegado, esto mismo sintamos. Es de
imperfectos desear los bienes temporales en orden a Dios;
de perversos, poner en estos bienes temporales su fin.
Luego convenía a la ley antigua que, mediante los bienes
temporales, que aman los imperfectos, fuesen los hombres
conducidos a Dios.
Respuesta a las objeciones:
1. La codicia, por la que el hombre pone su fin en
los bienes temporales, es veneno de la caridad, pero la
consecución de los bienes temporales que el hombre desea
en orden a Dios, es un medio que lleva a los imperfectos
al amor de Dios, según aquello de Sal 48: Te confesará
cuando le hicieres bien.
2. La ley humana induce a los hombres mediante
premios o penas temporales instituidos por los hombres;
pero la ley divina, por premios y penas que confiere Dios,
y esto es proceder por medios más altos.
3. Quien conozca las historias del antiguo
testamento, verá que la situación común del pueblo gozó de
prosperidad siempre que se sometió a la ley, cuando la
observaba; pero que, en cuanto se apartaba de ella, caían
sobre él las calamidades. Sin embargo, algunos
particulares observantes de la ley sufrían algunas
adversidades, bien porque, siendo espirituales, por esta
vía se desprendían más del amor a los bienes temporales y
se reafirmaba su virtud, bien porque, mientras ejecutaban
exteriormente las obras de la ley, tenían todo su corazón
pegado a los bienes temporales, conforme aquello de Is 29:
Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está
lejos de mí. |