¿Son de ley natural todos los preceptos morales?
Objeciones por las que parece que todos los preceptos
morales pertenecen a la ley natural.
1. En Eclo 17 se lee: Y les añadió la disciplina,
dándoles en herencia una ley de vida. Pero la
disciplina se contrapone a la ley natural, por cuanto la
ley natural no se aprende, sino que se tiene por instinto
natural. Luego no todos los preceptos morales son de ley
natural.
2. La ley divina es más perfecta que la humana. Pero
la ley humana añade a los preceptos de la ley natural
otros referentes a las buenas costumbres, lo que se
demuestra por el hecho de que la ley natural es la misma
para todos, y las costumbres son diversas en los
diferentes pueblos; luego con mayor razón la ley divina
debe añadir a la ley natural algunas reglas que se
refieren a las buenas costumbres.
3. Así como la razón natural induce a algunas buenas
costumbres, del mismo modo la fe, por lo que se dice en
Gál 5 que la fe es activa por la caridad. Pero la
fe no se halla contenida en la ley natural, pues lo que es
de fe supera la razón natural; luego no todos los
preceptos morales de la ley divina son de ley natural.
Contra esto: Está lo que dice el Apóstol a los Romanos,
2: Los gentiles, que no tienen la ley, cumplen de forma
natural los preceptos de la ley, en todo lo que toca a
las buenas costumbres. Luego todos los preceptos morales
de la ley son de ley natural.
Solución: Los preceptos morales, que difieren de los
ceremoniales y judiciales, son los referidos a las buenas
costumbres. Ahora bien, las costumbres humanas se regulan
por la razón, que es la norma propia de los actos humanos,
y así serán buenas las que concuerdan con la razón, y
malas los que se apartan de ella. Pero como todo juicio de
la razón especulativa procede del conocimiento natural de
los primeros principios, así todo juicio de la razón
práctica proviene de ciertos principios naturalmente
conocidos, como ya se ha dicho. De los cuales puede
procederse de diferente modo a la hora de juzgar. Porque
en los actos humanos hay cosas tan claras que con una
pequeña consideración se pueden aprobar o reprobar,
mediante la aplicación de aquellos primeros y universales
principios. Pero hay otras cuyo juicio requiere mucha
consideración de las diversas circunstancias, que no están
al alcance de cualquiera, sino sólo de los sabios, como la
consideración de las conclusiones particulares de las
ciencias no es de todos, sino de sólo los filósofos. Otras
hay para cuyo juicio necesita el hombre ser ayudado por la
revelación divina, como son las cosas de fe.
Así pues, resulta claro que, versando los preceptos
morales sobre las buenas costumbres, rigiéndose éstas por
la razón natural y apoyándose de algún modo todo juicio
humano en la razón natural, es necesario que todos los
preceptos morales sean de ley natural, aunque en diverso
modo. Pues hay unos que cualquiera, con su razón natural,
entiende que se deben hacer o evitar, como Honra a tu
padre y a tu madre y No matarás, No hurtarás, que son
absolutamente de ley natural. Otros hay que se imponen
después de atenta consideración de los sabios, y éstos son
de ley natural, aunque necesitan de la disciplina con que
los sabios instruyen a los rudos; como Levántate ante
la cabeza cana y honra la persona del anciano, y otros
semejantes. Finalmente, hay otros para cuyo juicio la
razón humana necesita de la enseñanza divina, por la que
somos instruidos de las cosas divinas, como aquello: No
te harás imágenes talladas ni figuración alguna. No
tomarás el nombre de tu Dios en vano.
Respuesta a las objeciones: es evidente por lo
expuesto. |