¿Se distinguen bien los preceptos del decálogo?
Objeciones por las que parece que los preceptos del
decálogo no están bien distinguidos.
1. La virtud de latría es distinta de la virtud de la
fe. Ahora bien, los preceptos se dan sobre los actos de
las virtudes y, según lo que se dice al principio del
decálogo, no tendrás otros dioses delante de mí,
pertenece a la fe; y lo que luego añade: No harás
imágenes talladas, pertenece a la latría. Luego son
dos los preceptos, y no uno, como dice también San Agustín.
2. En la ley se distinguen los preceptos afirmativos
de los negativos, como Honra a tu padre y a tu madre
y No matarás. Pero la sentencia Yo soy el Señor
tu Dios es afirmativa, y la que sigue: No tendrás
dioses extraños delante de mí, es negativa; luego
éstos son dos preceptos, y no uno solo, como dice San
Agustín.
3. Dice el Apóstol en Rom 7: Yo ignoraba la codicia
a no ser que la ley me dijera: No codiciarás. Luego
parece que este precepto: No codiciarás, sea un
solo precepto y que no debió dividirse en dos.
Contra esto: Está la autoridad de San Agustín, en la
Glosa sobre el Éxodo, cuando señala tres preceptos
sobre Dios y siete sobre el prójimo.
Solución: Los preceptos del decálogo se distinguen de
diversa manera según los intérpretes. Hesiquio sobre
aquello de Lev 26: Diez mujeres cuecen el pan en un
solo horno, dice que el precepto de la observancia del
sábado no es uno de los diez preceptos, porque no se ha de
observar a la letra perpetuamente. Sin embargo, distingue
cuatro preceptos sobre Dios, siendo el primero: Yo soy
el Señor, tu Dios; el segundo: No tendrás otros
dioses ante mí (y así también San Jerónimo distingue
dos preceptos sobre aquellas palabras de Oseas 10: A
causa de tus dos iniquidades). El tercer precepto dice
que es: No te harás imágenes talladas; y el cuarto:
No tomarás en vano el nombre de tu Dios. Los preceptos
que se refieren al prójimo dice que son seis. El primero
Honra a tu padre y a tu madre; el segundo: No
matarás; el tercero: No adulterarás; el cuarto:
No hurtarás; el quinto: No levantarás falso
testimonio; el sexto: No codiciarás.
Pero en esta distinción parece inconveniente que el
precepto de la observancia del sábado se incluye entre los
del decálogo, si es verdad que no pertenece al mismo.
Segundo, que estando escrito en Mt 6: Nadie puede
servir a dos señores, parece ser lo mismo y
corresponder al mismo precepto: Yo soy el Señor, tu
Dios y No tendrás otros dioses. Por eso
Orígenes, distinguiendo también cuatro preceptos
referentes a Dios, reduce estos dos a uno solo, y pone
como segundo: No te harás imágenes talladas; el
tercero: No tomarás en vano el nombre de tu Dios, y
el cuarto: Acuérdate de santificar el día del sábado.
Los otros seis los distingue igual que Hesiquio.
Pero como hacer imágenes talladas o figuras no se prohíbe
sino porque no sean adoradas como dioses (pues en el
tabernáculo mandó Dios hacer las imágenes de los serafines,
según se dice en Ex 25), más razonablemente San Agustín
incluye en un solo precepto: No tendrás dioses extraños
y No te harás imágenes talladas. Igualmente, desear
a la mujer ajena para juntarse con ella pertenece a la
concupiscencia de la carne. La codicia de las otras
cosas cuya posesión se desea, corresponde a la codicia
de los ojos. Por esto San Agustín distingue dos
preceptos: no codiciar los bienes de los demás, y no
desear la mujer ajena; y así pone tres preceptos que miran
a Dios y siete que se refieren al prójimo. Esto es mejor.
Respuesta a las objeciones:
1. La virtud de latría no es sino un cierto
testimonio de la fe; por lo cual no se necesitan más
preceptos, unos de la virtud de latría y otros de la fe.
En cambio se deben dar algunos preceptos sobre latría más
bien que sobre la fe, pues el precepto sobre la fe se
presupone a los preceptos del decálogo, igual que el
precepto del amor. Como los primeros preceptos universales
de la ley natural son de suyo evidentes para el que tiene
uso de razón y no necesitan de promulgación, así, el creer
en Dios es el primer precepto, de suyo evidente para quien
tiene fe. El que se acerca a Dios debe creer que existe,
según se dice en Heb 11. Por eso no hace falta más
promulgación que la infusión de la fe.
2. Los preceptos afirmativos se distinguen de los
negativos cuando uno no está comprendido en el otro, como
en el honor de los padres no se incluye el de no matar a
ningún hombre, o viceversa. Pero, cuando el afirmativo
está comprendido en el negativo, o viceversa, no hay por
qué dar diversos preceptos, como no se da un precepto que
dice: No hurtarás, y otro de no conservar las cosas
ajenas o de restituirlas. Por la misma razón no se dan
diversos preceptos sobre creer en Dios y sobre no creer en
dioses extraños.
3. Toda codicia conviene en una razón común, y por eso
el Apóstol habla principalmente del precepto de no
codiciar. Sin embargo, porque se dan diversos motivos de
codiciar, por esto San Agustín distingue diversos
preceptos sobre no codiciar, pues las codicias se
diferencian en especie, según la diversidad de las
acciones o de las cosas codiciables, conforme dice el
Filósofo en X Ethic. |