¿Es la ley nueva más gravosa que la antigua?
Objeciones por las que parece que la ley nueva es más
gravosa que la antigua.
1. Comentando aquello de Mt 5,19: El que
quebrantare uno de estos mandatos más pequeños, San
Juan Crisóstomo dice: Los mandamientos de Moisés son
fáciles en acto: No matarás, no adulterarás. Los
mandamientos de Cristo, en cambio: «No te airarás», «no
desearás torpemente», son difíciles en acto. Luego la
ley nueva es más gravosa que la antigua.
2. Es más fácil usar de la prosperidad terrena que
padecer tribulaciones. Pero, en el Antiguo Testamento, al
cumplimiento de la antigua ley le seguía la prosperidad
temporal, como consta en Dt 28. Sin embargo, a los que
guardan la nueva ley les aguardan muchas adversidades,
como se dice en 2 Cor 6: Mostrémonos nosotros mismos
como ministros de Dios en mucha paciencia, en
tribulaciones, en necesidades, en angustias, etc.
Luego la ley nueva es más gravosa que la antigua.
3. Lo que resulta de la adición de otra cosa parece
ser más difícil que ésta. Pero la nueva ley se tiene como
adición a la antigua; pues la antigua ley prohibió el
perjurio, y la nueva también el juramento; la antigua
prohibió abandonar a la esposa sin libelo de repudio, y la
nueva prohibió totalmente ese libelo, como consta en Mt 5,
según la exposición de San Agustín. Luego la ley nueva es
más gravosa que la antigua.
Contra esto: Está lo que se dice en Mt 11: Venid a
mí todos los que trabajáis y estáis cansados; lo cual
expone San Hilario diciendo: Llama hacia sí a los que
se esfuerzan en las dificultades de la ley y a los
cargados con los pecados del siglo; y luego dice del
yugo del Evangelio: Pues mi yugo es suave, y mi carga,
ligera. Luego la nueva ley es más ligera que la
antigua.
Solución: Acerca de las obras de virtud, de las que se
dan los preceptos de la ley, puede considerarse una doble
dificultad: una, de parte de las obras exteriores, que por
sí mismas tienen cierta dificultad y gravedad. En cuanto a
esto, la antigua ley es mucho más gravosa que la nueva,
pues aquélla obligaba a múltiples actos externos en muchas
más ceremonias que la ley nueva. Esta, a los preceptos de
la ley natural sólo añadió poquísimas cosas en la doctrina
de Cristo y de los apóstoles, aunque algunas más se
añadieron después por institución de los Santos Padres.
Pero, incluso en estas cosas, dice San Agustín que ha de
haber moderación, para no hacer a los fíeles pesada la
vida. Habla, en efecto, en Ad Inquisitiones lanuarii
de algunos que abruman con cargas serviles nuestra
misma religión, la cual quiso la misericordia de Dios que
fuera libre en las clarísimas y escasas cargas de las
celebraciones; de tal manera que sería más tolerable la
condición de los judíos, que estaban sometidos a las
cargas legales y no a humanas presunciones .
La otra dificultad versa sobre las obras de virtudes en
los actos interiores; por ejemplo, que alguien haga actos
de virtud con prontitud y de forma agradable. En esto la
virtud no es cosa fácil, pues resulta muy difícil al que
no tiene la virtud; mas con la virtud se hace fácil. Y, en
cuanto a esto, los preceptos de la nueva ley son más
pesados que los de la antigua, pues en la nueva se
prohíben los movimientos interiores del alma, que no se
prohibían expresamente en la antigua en todos los casos,
aunque sí en algunos, en cuya prohibición, sin embargo, no
se añadía castigo. Y esto es dificilísimo para quien no
tiene virtud, como también dice el Filósofo, en V Ethic.,
que hacer lo que el justo hace es fácil, pero ejecutar
esas cosas que hace el justo, o sea, deleitablemente y con
prontitud, es difícil para el que no tiene la justicia.
Y así se dice también en 1 Jn 5 que sus mandamientos no
son pesados; exponiendo lo cual, dice San Agustín
que no son pesados para el que ama, pero sí para el que no
ama.
Respuesta a las objeciones:
1. Aquel texto habla expresamente de la dificultad de
la nueva ley en cuanto a la cohibición expresa de los
movimientos interiores.
2. Las adversidades que sufren los que observan la
nueva ley no son impuestas por la misma ley. Sin embargo,
fácilmente se toleran por amor, en el cual consiste la
misma ley; pues, como dice San Agustín en De verbis
Domini, el amor hace fáciles y casi triviales todas las
cosas difíciles y duras.
3. Las adiciones a los preceptos de la ley antigua se
ordenan a facilitar el cumplimiento de lo que esa ley
ordena, según dice San Agustín; lo cual no prueba que la
ley nueva sea más grave, sino que es más fácil. |