La ley eterna, ¿es conocida de todos?
Objeciones por las que parece que la ley eterna no es
conocida de todos.
1. El Apóstol dice en 1 Cor., Las cosas de Dios
nadie las conoce sino el Espíritu de Dios. Mas la ley
eterna es una razón que existe en la mente divina. Luego
nadie la conoce más que Dios.
2. Según dice San Agustín en De lib. arb.,
la ley eterna es aquella según la cual es justo que todas
las cosas estén perfectamente ordenadas. Pero no todos
conocen de qué manera están las cosas perfectamente
ordenadas. Luego no todos conocen la ley eterna.
3. San Agustín dice en su obra De vera relig.
que la ley eterna es aquella que no pueden juzgar los
hombres. Mas en I Ethic. se dice que, cada
uno juzga rectamente lo que conoce. Luego la ley
eterna no nos es conocida.
Contra esto: San Agustín afirma en De lib. arb.
que llevamos impresa en nosotros la noción de la ley
eterna.
Solución: Una cosa puede conocerse de dos maneras: en
sí misma y en sus efectos, en los que siempre se halla
cierta semejanza con ella. El que, por ejemplo, no ve el
sol en sí mismo, lo conoce por su irradiación. Ahora bien,
es indudable que la ley eterna nadie la puede conocer tal
como es en sí misma, a no ser los bienaventurados, que
contemplan a Dios en su esencia. Sin embargo, toda
criatura racional la conoce según una cierta irradiación
suya más o menos perfecta, pues todo conocimiento de la
verdad es una cierta irradiación y participación de la ley
eterna, que es la verdad inconmutable, como dice San
Agustín en su obra De vera relig. Todos conocen de
alguna manera la verdad, al menos en cuanto a los
principios comunes de la ley natural. En lo demás, unos
participan más y otros menos en el conocimiento de la
verdad y, según esto, conocen más o menos la ley eterna.
Respuesta a las objeciones:
1. No nos es posible conocer en sí mismas las cosas
de Dios; sin embargo, se nos manifiestan en sus efectos,
tal como se dice en Rom 1: Lo invisible de Dios es
conocido por nuestro entendimiento a través de las cosas
creadas.
2. Si bien cada uno conoce la ley eterna según su
capacidad, tal como acabamos de explicar, nadie puede
comprenderla perfectamente, puesto que no puede
manifestarse totalmente en sus efectos. Por eso, el que se
conozca la ley eterna de la manera indicada, no quiere
decir que se conozca todo el orden por el que las cosas se
encuentran perfectísimamente ordenadas.
3. El hecho
de juzgar las cosas puede entenderse de dos maneras.
Primero, como una potencia cognoscitiva juzga del propio
objeto, según aquello de Job 12: ¿No discierne acaso el
oído las palabras, y el paladar del que come discierne el
sabor? Y respecto a este tipo de juicio, el Filósofo
dice: Cada uno juzga con acierto lo que conoce,
esto es, juzgando si es verdad lo que se le propone. En
segundo lugar, a la manera en que el superior juzga del
inferior mediante un juicio práctico, esto es, sobre si
debe comportarse así o no. Y en este sentido nadie puede
juzgar la ley eterna. |