La ley natural, ¿comprende muchos preceptos o uno
solamente?
Objeciones por las que parece que la ley natural no
comprende muchos preceptos, sino solamente uno.
1. Como ya vimos, la ley está comprendida en el género
del precepto. Luego si hubiera muchos preceptos de ley
natural se seguiría que también serían muchas las leyes
naturales.
2. La ley natural es algo consiguiente a la naturaleza
humana. Mas la naturaleza humana, aunque es una
considerada como un todo, es múltiple en sus partes. Por
eso, la ley natural, o bien consta de un solo precepto por
la unidad del todo, o bien consta de muchos por la
multiplicidad de las partes de la naturaleza humana. Y así
también convendrá que lo tocante a la inclinación
concupiscible pertenezca a la ley natural.
3. La ley, como ya vimos es cosa de la razón. Pero la
razón en el hombre es una sola. Luego sólo hay un único
precepto de ley natural.
Contra esto: Consta que los preceptos de la ley
natural en el hombre pertenecen al orden práctico, como
los primeros principios en el orden de la demostración.
Pero los primeros principios indemostrables son muchos.
Luego también son muchos los preceptos de la ley natural.
Solución: Como ya dijimos, los preceptos de la ley
natural son en el orden práctico lo que los primeros
principios de la demostración en el orden especulativo,
pues ambos son principios evidentes por sí mismos. Ahora
bien, se dice que algo es evidente en dos sentidos: en
absoluto y en relación a nosotros. De manera absoluta es
evidente por sí misma cualquier proposición cuyo predicado
pertenece a la esencia del sujeto; pero tal proposición
puede no ser evidente para alguno, porque ignora la
definición de su sujeto. Así, por ejemplo, la proposición
«el hombre es racional» es evidente por naturaleza, porque
el que dice hombre dice racional; sin embargo, no es
evidente para quien desconoce lo que es el hombre. De aquí
que, según dice Boecio en su obra De hebdomad., hay
axiomas o proposiciones que son evidentes por sí mismas
para todos; y tales son aquellas cuyos términos son
conocidos por tod, como «el todo es mayor que su parte» o
«dos cosas iguales a una tercera son iguales entre sí». Y
hay proposiciones que son evidentes por sí mismas sólo
para los sabios, que entienden la significación de sus
términos. Por ejemplo, para el que sabe que el ángel no
tiene cuerpo, resulta evidente que no esta circunscrito a
un lugar; mas no así para el indocto, que desconoce estos
términos.
Ahora bien, entre las cosas que son conocidas de todos hay
un cierto orden. Porque lo primero que alcanza nuestra
aprehensión es el ente, cuya noción va incluida en todo lo
que el hombre aprehende. Por eso, el primer principio
indemostrable es que «no se puede afirmar y negar a la vez
una misma cosa», lo cual se funda en las nociones de ente
y no ente y sobre este principio se asientan todos los
demás, según se dice en IV Metaphys. Mas así como
el ente es la noción absolutamente primera del
conocimiento, así el bien es lo primero que se alcanza por
la aprehensión de la razón práctica, que se ordena a la
operación; porque todo agente obra por un fin, y el fin
tiene razón de bien. De ahí que el primer principio de la
razón práctica es el que se funda sobre la noción de bien,
y se formula así: «el bien es lo que todos apetecen». En
consecuencia, el primer precepto de la ley es: «El bien ha
de hacerse y buscarse y que el mal ha de evitarse». Y
sobre éste se fundan todos los demás preceptos de la ley
natural, de suerte que cuanto se ha de hacer o evitar
caerá bajo los preceptos de esta ley en la medida en que
la razón práctica capte naturalmente que se trata de un
bien humano.
Por otra parte, como el bien tiene razón de fin, y el mal,
de lo contrario, se sigue que todo aquello a lo que el
hombre se siente naturalmente inclinado lo aprehende la
razón como bueno y, por tanto, como algo que debe ser
procurado, mientras que su contrario lo aprehende como mal
que ha de ser evitado. De aquí que el orden de los
preceptos de la ley natural sea correlativo al orden de
las inclinaciones naturales. Y así encontramos, ante todo,
en el hombre una inclinación al bien que le es común con
todas las sustancias, en cuanto que toda sustancia tiende
por naturaleza a la conservación de su ser. Y de acuerdo
con esta inclinación pertenece a la ley natural todo
aquello que ayuda a la conservación de la vida humana e
impide su destrucción. En segundo lugar, encontramos en el
hombre una inclinación hacia bienes más determinados,
según la naturaleza que tiene en común con los demás
animales. Y a tenor de esta inclinación se consideran de
ley natural las cosas que la naturaleza ha enseñado a
todos los animales, tales como la unión de macho y
hembra, la educación de los hijos y otras cosas semejantes.
En tercer lugar, hay en el hombre una inclinación al bien
correspondiente a la naturaleza racional, que es la suya
propia, como es, por ejemplo, la inclinación natural a
conocer la verdad acerca de Dios y a vivir en sociedad. Y,
según esto, pertenece a la ley natural todo lo que atañe a
esta inclinación, como evitar la ignorancia, no ofender a
sus conciudadanos, y todo lo demás relacionado con esto.
Respuesta a las objeciones:
1. Todos estos preceptos de la ley natural, en
cuanto se refieren a un solo primer precepto, constituyen
una única ley natural.
2. Todas las inclinaciones de cualquiera de las partes
de la naturaleza humana, como la concupiscible y la
irascible, en la medida en que se someten a la razón,
pertenecen a la ley natural y se reducen a un único primer
precepto, como acabamos de decir. Y así, los preceptos de
la ley natural, considerados en sí mismos, son muchos,
pero todos ellos coinciden en la misma raíz.
3. Aunque
es una en sí misma, la razón ha de poner orden en todo lo
que atañe al hombre. Y en este sentido caen bajo la ley de
la razón todas las cosas que son susceptibles de una
ordenación racional. |