¿Están todos sujetos a la ley?
Objeciones por las que parece que no todos están
sujetos a la ley.
1. Sólo los destinatarios de la ley están sometidos a
ella. Mas, según dice el Apóstol en 1 Tim 1: la ley no
ha sido instituida para los justos. Luego los justos
no están sujetos a la ley humana.
2. El papa Urbano, según consta en los Decreta
19 q.2, afirma que no hay razón para someter a una ley
pública a quien se guía por una ley privada. Ahora
bien, todas las varones espirituales, como hijos de Dios
que son, se rigen por la ley privada del Espíritu Santo,
según aquello de Rom 8: Los que se dejan llevar por el
Espíritu de Dios, éstos son los hijos de Dios. Luego
no todos los hombres están sujetos a la ley humana.
3. El Legisperito afirma que el príncipe está
eximido de las leyes. Mas el que está eximido de las
leyes no está sujeto a ellas. Luego no todos están sujetos
a la ley.
Contra esto: Está lo que dice el Apóstol en Rom 13:
Toda alma debe someterse a la autoridad constituida.
Pero no parece que haya sumisión a una autoridad sin
sumisión a sus leyes. Luego todos los hombres deben estar
sujetos a la ley humana.
Solución: Como vimos anteriormente, la ley implica dos
cosas en su noción: primera, el ser regla de los actos
humanos; y segunda, el tener poder coactivo. Por lo tanto,
una persona puede estar sometida a la ley en dos sentidos.
Ante todo, como lo regulado a su regla. Y en este sentido,
todos los que están sujetos a una autoridad están también
sujetos a sus leyes. Mas puede ocurrir de dos maneras que
alguien no dependa de una determinada autoridad. En primer
lugar, porque está fuera de sus dominios. Así, el que
pertenece a una ciudad o reino no está sujeto a la ley del
gobernante de cualquier otra ciudad o reino y, por ello,
tampoco a su dominio. En segundo lugar, porque se rige por
una ley superior. Así, el que está sometido al procónsul
debe regirse por sus mandatos, salvo en lo que esté
dispensado por el emperador, pues en esto no tiene por qué
obedecer a un subalterno, dado que sigue órdenes
superiores. Y en este sentido puede ocurrir que alguien,
aunque sometido a la ley, no esté obligado a ella en
algunas cosas en las que se guía por una ley superior.
Además, uno puede estar sometido a la ley como un forzado
a sus cadenas. Y en este sentido no son los hombres justos
y virtuosos, sino sólo los malos los que están sujetos a
la ley. Porque lo forzoso y violento es contrario a la
voluntad; mas la voluntad de los buenos está en armonía
con la ley, mientras que la de los malos discrepa de ella.
Por tanto, en este sentido, los buenos no están sujetos a
la ley, sino sólo los malos.
Respuesta a las objeciones:
1. Este argumento hace referencia a la sujeción por
coacción. Pues en este sentido la ley no ha sido
instituida para los justos, ya que son ley para
ellos mismos, por cuanto muestran la obra de la ley
escrita en sus corazones, según dice el Apóstol en Rom
2. De aquí que sobre ellos la ley no tiene la fuerza
coactiva que tiene para los injustos.
2. La ley del Espíritu Santo es superior a toda ley
puesta por los hombres. Por eso las personas espirituales,
al ser conducidos por la ley del Espíritu Santo, no quedan
sujeto a la ley que se oponga a la moción del Espíritu
Santo. Sin embargo, el Espíritu Santo impulsa precisamente
a las personas espirituales a someterse a las leyes
humanas, de acuerdo con aquello de 1 Petr 2: Estad
sujetos a toda institución humana por amor de Dios.
3. Se
entiende que el príncipe está eximido de la ley en cuanto
al poder coactivo de la misma, pues nadie puede
coaccionarse a sí mismo; y la ley no tiene fuerza coactiva
más que por la autoridad del príncipe. Se dice, pues, que
el príncipe está exento de la ley, porque nadie puede
pronunciar contra él un juicio condenatorio en caso de que
falte a la ley. Por eso, comentando aquello de Sal 50,6:
Contra ti solo pequé, etc., dice la Glosa
que no hay nadie que pueda juzgar las acciones del rey.
Pero en cuanto al poder directivo de la ley, el príncipe
está sometido a ella por propia voluntad, de acuerdo con
lo que se dice en Extra, de Constitutionibus c. «Cum
omnes»: El que establece una ley para otros debe él
mismo someterse a ella. Lo dice también la autoridad
del Sabio: Obedece la ley que tú mismo has establecido.
Y en Mt 23, el Señor increpa a aquellos que dicen y no
hacen, y que imponen a los demás pesadas cargas,
pero ni con un dedo hacen nada para moverlas. Por eso,
ante el juicio de Dios, el príncipe no está exento de la
ley en cuanto al poder directivo de la misma, aunque ha de
cumplirla voluntariamente y no por coacción. Además, el
príncipe está por encima de la ley en el sentido de que
puede cambiarla en caso de necesidad y puede dispensarla
según las condiciones de lugar y tiempo. |