¿Cae bajo el precepto de la ley el modo de la caridad?
Objeciones por las que parece que el modo de la
caridad cae bajo el precepto de la ley.
1. En Mt 19 se dice: Si quieres entrar en la
vida eterna, guarda los mandamientos; de donde parece
que la guarda de los mandamientos basta para entrar en la
vida eterna. Pero las buenas obras no bastan para entrar
en la vida eterna si no se hacen por caridad, pues se dice
en la carta primera a los Corintios 13: Si repartiese
en comida a los pobres toda mi hacienda y si entregase mi
cuerpo al fuego, pero no tuviese caridad, nada me
aprovecha. Luego el modo de la caridad cae bajo el
precepto.
2. Corresponde al modo de la caridad que todas las
cosas se hagan por Dios, y esto cae bajo precepto, pues
dice el Apóstol en 1 Cor 10: Haced todas las cosas para
gloria de Dios. Luego el modo de la caridad cae bajo
el precepto.
3. Si el modo de la caridad no cae bajo el precepto,
alguien podría cumplir los preceptos de la ley sin caridad;
pero lo que se puede hacer sin caridad se puede hacer sin
gracia, que siempre va unida a la caridad; luego alguno
puede cumplir los preceptos de la ley sin gracia. Pero
esto es un error pelagiano, según San Agustín en el libro
De haeresibus. En fin, que el modo de la caridad
está incluido en el precepto.
Contra esto: Está que quien no guarda un precepto peca
mortalmente. Si, pues, el modo de la caridad cae bajo el
precepto, se sigue que quien ejecuta una obra y no lo hace
por caridad, peca mortalmente. Y como el que no tiene
caridad no obra por caridad, se seguiría que quien no
tiene caridad peca mortalmente en toda obra que ejecuta,
aunque sea obra buena; lo cual es inaceptable.
Solución: Sobre este punto hubo opiniones contrarias.
Sostuvieron unos que, en absoluto, el modo de la caridad
cae bajo el precepto, y que no es imposible observar el
precepto al que no tiene caridad, pues puede disponerse
para que Dios se la infunda. Ni tampoco el que no tiene
caridad peca mortalmente al hacer una obra buena, porque
el precepto de obrar por caridad es afirmativo, que no
obliga siempre, sino en el tiempo en que tiene caridad.
Otros dijeron que el modo de la caridad no cae de ninguna
manera bajo el precepto.
Ambas sentencias encierran algo de verdad. El acto de
caridad se puede considerar de dos maneras: una, como acto
de virtud considerado en sí mismo, y de este modo cae bajo
aquel precepto de la ley que especialmente trata de esto,
a saber: Amarás al Señor, tu Dios y Amarás a tu
prójimo. Y cuanto a esto, dijeron verdad los primeros,
pues no es imposible observar este precepto que versa
sobre los actos de caridad, pudiendo el hombre disponerse
para tener esta caridad, y, una vez que la posea, puede
usar de ella.
De otro modo se puede considerar el acto de caridad como
modo de las otras virtudes, en cuanto que se ordenan a la
caridad, que, es el fin del precepto, según se dice
en la primera carta a Timoteo. Ya hemos dicho atrás que la
intención del fin es un modo formal del acto ordenado al
fin. Así considerado, dice bien la sentencia segunda que
el modo de la caridad no cae bajo el precepto. Por ejemplo,
en el precepto Honra a tu padre no se incluye que
se honre al padre por caridad, sino sólo que se le honre.
De suerte que quien honra al padre, aunque no tenga
caridad, no por eso es trasgresor de este precepto, aun
cuando lo sea del que mira el acto de la caridad, por lo
cual merece su castigo.
Respuesta a las objeciones:
1. No dijo el Señor: Si quieres entrar en la
vida eterna, guarda uno de los mandamientos, sino:
Guarda todos los mandamientos; entre los cuales está
el mandamiento del amor a Dios y al prójimo.
2. En el precepto de la caridad se contiene que se ame
a Dios de todo corazón, y de aquí nace que todas las cosas
hagan referencia a Dios. Por esto el hombre no puede
cumplir el precepto de caridad si no se enderezan a Dios
todas las obras. Así pues, el que honra a los padres está
obligado a honrarlos por caridad, no en virtud del
precepto: Honra a tus padres, sino del otro:
Amarás al Señor, tu Dios, de todo tu corazón. Y siendo
estos dos preceptos afirmativos que no obligan siempre,
pueden obligar en diversos momentos; y así puede ocurrir
que uno, cumpliendo el precepto de honrar a los padres, no
trasgrede entonces el precepto sobre la omisión del modo
de la caridad.
3. El
hombre no puede cumplir todos los preceptos de la ley sin
cumplir el precepto de la caridad, lo que no se hace sin
la gracia. Por esto es imposible lo que Pelagio afirmó,
que el hombre puede cumplir la ley sin la gracia. |