¿Son figurativos los preceptos ceremoniales?
Objeciones por las que parece que los preceptos
ceremoniales no son figurativos.
1. Es deber de todo doctor expresarse de suerte que
sea fácilmente entendido, como dice San Agustín en IV
De doctr. christ. Esto parece más necesario en la
legislación en que se proponen al pueblo los preceptos. De
donde dice San Isidoro que la ley debe ser clara.
Si, pues, los preceptos ceremoniales han sido dados para
figurar alguna cosa, no parece razonable que Moisés haya
entregado esos preceptos sin declarar su sentido.
2. Las cosas del culto divino deben revestir la máxima
gravedad. Pero hacer cosas para representar otras parece
cosa teatral o poética, pues en otro tiempo, en los
teatros se representaban hechos de otros personajes por
medio de lo que allí se hacía. No parece, pues, que tales
cosas se deban hacer en el culto divino. Pero los
preceptos ceremoniales miran a regular el culto de Dios,
como queda dicho; luego estos preceptos no deben ser
figurativos.
3. Dice San Agustín en Enchirid. que a Dios
se le honra principalmente con la fe, la esperanza y la
caridad. Pero los preceptos que se dan sobre estas
virtudes no son figurativos; luego los preceptos
ceremoniales no deben ser figurativos.
4. Dice el Señor en Jn 4: Dios es espíritu, y los
que adoran a Dios deben adorarle en espíritu y en verdad.
Pero la figura no es la misma verdad; es más, se
contrapone a ella; luego los preceptos ceremoniales, que
tratan del culto divino, no deben ser figurativos.
Contra esto: Está la sentencia del Apóstol, el cual
dice en Col 2: Que nadie os juzgue por la comida o la
bebida, por las fiestas, los novilunios o los sábados, que
son sombras de lo futuro.
Solución: Ya hemos visto que los preceptos
ceremoniales miran a regular el culto divino. Este culto
es de dos tipos: interior y exterior. Siendo el hombre
compuesto de alma y cuerpo, uno y otro deben contribuir al
culto de Dios, de manera que el alma honre a Dios con el
culto interior, y el cuerpo con el exterior. De donde se
dice en Sal 83: Mi corazón y mi carne se alegraron en
Dios vivo. Y como el cuerpo se ordena a Dios mediante
el alma, así el culto exterior se ordena al culto
interior. Consiste este culto en la unión del alma con
Dios por la inteligencia y el afecto, y así, según los
varios modos con que se une a Dios su adorador, así se
diferencian los actos exteriores del hombre en orden al
culto divino.
Ahora bien, en el estado de la futura bienaventuranza, la
inteligencia humana contemplará la verdad divina en sí
misma, y por tanto el culto exterior no consistirá en
figura alguna, sino sólo en la alabanza de Dios, que brota
del conocimiento interior y del afecto, según aquello de
Is 51: Allí habrá gozo y alegría y acciones de gracias
y cantos de alabanza.
En la presente vida no podemos contemplar la verdad divina
en sí misma, sino que el rayo de la verdad de Dios debe
brillar a nuestros ojos a través de algunas figuras
sensibles, como dice Dionisio en el capítulo 1 de
De cael. hier. Esto mismo se realiza de diverso modo
según el grado del conocimiento humano, pues en la ley
antigua, ni la verdad divina se nos había manifestado en
sí misma ni estaba expedita la vía para llegar a ella,
según dice el Apóstol en Heb 9. Por esto convenía que el
culto exterior de la ley antigua fuese figurativo, no sólo
de la verdad futura, que se nos manifestará en la patria,
sino también de Cristo, que es el camino que conduce a la
verdad de la patria. Pero, en la ley nueva, este camino ya
ha sido revelado, y así no había por qué figurarlo como
cosa futura, sino recordarlo como pasado o como presente.
Sólo era preciso figurar la verdad futura de la gloria,
que no está aún revelada. Y esto es lo que dice el Apóstol
en Heb 10: Pues la ley sólo contiene la sombra de los
bienes futuros, no la imagen misma de las cosas.
Sombra es menos que imagen; y así, la imagen corresponde a
la ley nueva; la sombra, a la antigua.
Respusta a las objeciones:
1. Las verdades divinas no se han de revelar a los
hombres sino según su capacidad, pues de otro modo se les
daría ocasión de ruina, despreciando lo que no pueden
entender. Por eso fue más útil que se comunicasen al
pueblo rudo los misterios divinos bajo el velo de las
figuras, de manera que tuviesen un conocimiento implícito
al servirse de aquellas figuras para honrar a Dios.
2. Así como las cosas poéticas no son percibidas por
la razón humana, a causa de la escasa verdad que encierran,
así tampoco la razón humana puede comprender perfectamente
las verdades divinas porque exceden nuestra capacidad. Y
por esto, en uno y otro caso es necesaria la
representación por medio de figuras sensibles.
3. San Agustín habla ahí del culto interior, al que se
debe ordenar el exterior, según queda dicho.
4. Lo mismo
se ha de decir de esta dificultad, pues por Cristo somos
introducidos los hombres más plenamente en el culto
espiritual de Dios. |