¿Debían ser numerosos los preceptos ceremoniales?
Objeciones por las que parece que los preceptos
ceremoniales no deberían ser numerosos.
1. Lo que se ordena a un fin debe ser proporcionadas a
ese fin. Ahora bien, los preceptos ceremoniales se ordenan
al culto de Dios y a la representación de Cristo, según se
ha dicho. Pero Dios es uno, de quien proceden todas las
cosas, y uno es también Jesucristo, por quien todas
existen, como se dice en 1 Cor 8; luego no debieran
multiplicarse los preceptos ceremoniales.
2. La multiplicación de estos preceptos es ocasión de
transgresiones, según lo que dice San Pedro en Act 15:
¿Por qué tentáis a Dios, queriendo imponer sobre el cuello
de los discípulos un yugo que ni nosotros ni nuestros
padres fuimos capaces de llevar? Pero la trasgresión
de los divinos preceptos es contraria a la salvación
humana. Y como toda ley debe contribuir a la salvación de
los hombres, como dice San Isidoro, parece que no debieran
promulgarse muchos preceptos ceremoniales.
3. Los preceptos ceremoniales versan sobre el culto a
Dios exterior y corporal, según se dijo; pero la ley debía
disminuir este culto que conducía a Cristo, el cual enseñó
a los hombres a adorar a Dios en espíritu y en verdad,
como se lee en Jn 4; luego no debieran darse muchos
preceptos ceremoniales.
Contra esto: Está lo que se dice en Os 8: Les
dictaré en su interior muchas leyes, y en Job 11:
Para descubrirte los secretos de la sabiduría y que su ley
es múltiple.
Solución: Como queda dicho, la ley se da a un pueblo.
Ahora bien, en un pueblo hay dos clases de hombres: unos
inclinados al mal, que necesitan ser reprimidos por los
preceptos de la ley, como se dijo antes, y otros
inclinados al bien, sea por naturaleza, sea por costumbre
o más aún por la gracia. Estos tales deben ser instruidos
por los preceptos de la ley y estimulados a progresar en
el bien. Pues para estas dos clases de personas convenía
que los preceptos ceremoniales de la ley antigua fuesen
numerosos. Había en aquel pueblo algunos inclinados a la
idolatría, y a éstos era preciso retraerlos de ella e
inducirlos al culto de Dios por los preceptos ceremoniales.
Y como los hombres caían en la idolatría de muchas maneras,
así era preciso instruirlos para corregir cada forma de
idolatría y, a la vez, imponerles muchas cargas para que,
inmersos en las que llevan al culto divino, no se
acordasen de caer en la idolatría.
Para los inclinados al bien era también necesaria la
multiplicidad de los preceptos ceremoniales, bien sea para
que su mente se elevase a Dios a través de ellos de muchas
maneras y con más frecuencia, bien porque el misterio de
Cristo, que por estas ceremonias era figurado, trajo muy
variados provechos al mundo y había en él mucho que
considerar, y convenía que fuese figurado mediante
diversas ceremonias.
Respuesta a las objeciones:
1. Cuando lo que se ordena a un fin es suficiente para
llevar a él, entonces basta una sola cosa para un fin,
como basta una medicina cuando es eficaz para devolver la
salud, y entonces no hay por qué multiplicar las medicinas.
Pero cuando por la debilidad e imperfección, lo que se
destina a ese fin no basta, hay que multiplicarlo, como se
aplican a un enfermo varios remedios cuando uno solo no
basta para sanar. Las ceremonias de la antigua ley eran
inválidas e imperfectas para representar el misterio de
Cristo, que es excelentísimo, y para sujetar la mente de
los hombres a Dios; por lo cual dice el Apóstol en Heb 7:
Se llevó a cabo la abrogación del precedente mandato, a
causa de su ineficacia e inutilidad, pues la ley no llevó
nada a la perfección. Por lo cual fue preciso
multiplicar las ceremonias de este tipo.
2. Es propio del sabio legislador permitir las
transgresiones menores para evitar las mayores. Pues bien,
para evitar la trasgresión de la idolatría y del orgullo,
que surgiría en el corazón de los judíos si cumpliesen
todos los preceptos, no se retrajo Dios de dar muchos
preceptos ceremoniales, aunque fácilmente tomasen ocasión
de ellos para traspasarlos.
3. La ley antigua en muchas cosas disminuyó el culto
corporal, por cuanto estableció que no en todo lugar ni
por cualesquiera personas se ofreciesen sacrificios, y
estableció muchas cosas de este tipo para la disminución
del culto exterior, como el mismo rabí Moisés de Egipto
dice. Sin embargo, era conveniente no reducir tanto el
culto corporal a Dios que los hombres se entregaran al
culto de los demonios. |