¿Cesaron con la venida de Cristo las ceremonias de la ley
antigua?
Objeciones por las que parece que las ceremonias de la
antigua ley no cesaron con la venida de Cristo.
1. Se dice en Baruc 4: Este es el libro de los
mandamientos de Dios y la ley perdurable para siempre.
Pero las ceremonias son parte de la ley; luego las
ceremonias de la ley han de durar siempre.
2. La oblación que debía hacer el leproso curado era
cosa de la ley; pero en el mismo Evangelio se le manda
cumplir esa ceremonia; luego las ceremonias de la ley no
cesaron con la venida de Cristo.
3. Persistiendo la causa, persistirá el efecto; pero
las ceremonias de la ley antigua tenían sus causas
razonables en cuanto se ordenaban al culto divino, aun
fuera de su ordenación a figurar a Cristo; luego las
ceremonias de la ley antigua no debieron cesar.
4. La circuncisión había sido instituida como señal de
la fe de Abrahán; la observancia del sábado, para recuerdo
del beneficio de la creación; y otras solemnidades para
recordar otros beneficios divinos, según queda dicho. Pero
la fe de Abrahán hemos de imitarla siempre, como hemos de
recordar el beneficio de la creación y los demás
beneficios divinos; luego al menos la circuncisión y las
solemnidades de la ley no debieron cesar.
Contra esto: Está lo que dice el Apóstol en Col 2:
Que ninguno, pues, os juzgue por la comida o la bebida,
por las fiestas, los novilunios o los sábados, que son
sombra de lo futuro. Igualmente lo que dice en Heb 8:
Al decir «un pacto nuevo», declara envejecido el primero,
porque lo que envejece y se hace anticuado está a punto de
desaparecer.
Solución: Todos los preceptos ceremoniales de la ley
antigua se ordenaban al culto de Dios, según hemos dicho.
El culto exterior debe estar en armonía con el interior,
que consiste en la fe, la esperanza y la caridad. Luego,
según la diversidad del culto interior, debe variar el
exterior. Podemos distinguir tres grados en el culto
interior: el primero, en que se tiene la fe y la esperanza
de los bienes celestiales y de aquellos que nos introducen
en estos bienes, como de cosas futuras; y tal fue el
estado de la fe y de la esperanza en la antigua ley. El
segundo es aquel grado del culto interior en que tenemos
la fe y la esperanza de los bienes celestiales como de
cosas futuras; pero de las cosas que nos introducen en
aquellos bienes las tenemos como de cosas presentes o
pasadas, y éste es el estado de la ley nueva. El tercer
estado es aquel en que unas y otras son ya presentes y
nada de lo que se cree es ausente ni se espera para el
futuro, y éste es el estado de los bienaventurados.
En este estado de los bienaventurados, nada habrá
figurativo de cuanto pertenece al culto divino; sino
solamente acción de gracias y voces de alabanza;
por lo cual se dice en el Apocalipisis 21 que en la ciudad
de los bienaventurados no se ve templo; porque el Señor
Dios omnipotente es su templo junto al Cordero. Pero,
por la misma razón, las ceremonias del primer estado,
figurativo del segundo y del tercero, llegado el segundo
estado, debieron desaparecer, para instituir otras
ceremonias que se armonizasen con el estado del culto
divino en aquel tiempo en que los bienes celestiales son
futuros, pero los beneficios de Dios, que nos introducen
en el cielo, son presentes.
Respuesta a las objeciones:
1. La ley antigua se dice duradera para siempre en
absoluto en lo que toca a los preceptos morales; pero en
cuanto a los ceremoniales, sólo en cuanto a la verdad por
ellos figurada.
2. El misterio de la redención del género humano se
consumó en la pasión de Cristo. Por esto dijo el Señor:
Se ha consumado, según leemos en Jn 19, y entonces
debieron cesar totalmente los ritos legales, como que ya
estaba consumada su razón de ser. En señal de esto se lee
que en la pasión de Cristo se rasgó el velo del templo (Mt
27). Y por esto, antes de la pasión, mientras Cristo
predicaba y hacía milagros, corrían a la par la Ley y el
Evangelio, pues el misterio de Cristo, aunque estaba
incoado, todavía no estaba consumado. Esta fue la razón
por la que antes de su pasión Jesucristo mandó al leproso
que cumpliese las ceremonias legales.
3. Las razones literales de las ceremonias que atrás
hemos consignado, se refieren al culto divino, el cual
vivía de la fe en las cosas venideras; por esto, llegado
el que debía venir, tenía que cesar aquel culto, e
igualmente las razones que a él se referían.
4. La fe de Abrahán se recomienda por cuanto creyó en
la promesa divina sobre la futura descendencia en quien
serían bendecidas todas las gentes. Mientras esta
descendencia era futura, convenía hacer profesión de la fe
de Abrahán por la circuncisión; pero, una vez llegada,
debía declararse por otra señal, por el bautismo, que
sucedió a la circuncisión, según la sentencia del Apóstol
en Col 2: En quien fuisteis circuncidados con una
circuncisión, no de mano de hombre, no por la amputación
de la carne, sino con la circuncisión de Nuestro Señor
Jesucristo, con quien fuisteis sepultados en el bautismo.
El sábado, que
recordaba la primera creación, se cambió por el domingo,
en el cual se conmemora la nueva criatura, incoada en la
resurrección de Cristo. Asimismo, a las otras solemnidades
de la ley antigua suceden nuevas solemnidades, porque los
beneficios otorgados a aquel pueblo significan los
beneficios a nosotros concedidos por Cristo. Así, sucede a
la Pascua la fiesta de la Pasión y Resurrección de Cristo;
a la fiesta de Pentecostés, en que se dio la ley antigua,
sucede la de Pentecostés, en que fue dada la ley del
Espíritu de vida; a la fiesta de los novilunios, las
fiestas de la bienaventurada Virgen, en la que apareció
primero la claridad del Sol, esto es, Cristo, con la
abundancia de su gracia; a la fiesta de las trompetas
suceden las de los apóstoles; a la de la expiación, las de
los mártires y confesores; a la de los tabernáculos, la de
la consagración de las iglesias; a la fiesta de la
asamblea o colecta, las fiestas de los ángeles, o también
la de todos los santos . |